El big bang de los cuerpos de los superhéroes es anterior a junio de 1938 (fecha en la que sale la Action Comics #1, con Superman como protagonista). El origen de los superhéroes y el porqué de sus cuerpos tienen su génesis en los héroes de las revistas Pulp de principio de los treinta.

Un superhéroe es un individuo ficticio con habilidades amplificadas, que las usa en favor de la justicia y del bien común. Con poderes extraordinarios y la intención de proteger al público de catástrofes o de ataques de super villanos, los superhéroes nos acompañan en todos los medios hace 75 años. Sin embargo, antes de que Kal El (Superman) llegase a la Tierra, existían los héroes pulp, que son quienes dieron viento de popa para la creación de héroes como Flash y Spiderman.

Los dioses y héroes griegos, que tenían una representación imaginaria y artística de cuerpos esculturales, son los principales antecesores de los actuales superhéroes (Heracles, Perseo, Sansón, y otros, eran esculturales a la escala de jugadores de rugby o fisico culturistas). Los héroes “históricos”, como Robin Hood, los Mosqueteros, Sandokan, y otros, también tenían cuerpos atléticos, pero son los héroes de los pulps los que terminaron de definir (junto a otras variables que mencionaré) cómo serían los cuerpos de los protectores de la modernidad.

Podríamos decir que Gullivar Jones (1905), John Carter de Marte (1911), Tarzán (1912), El Zorro (1919), Buck Rogers (1928), La Sombra (1930), Conan (1932), El Avispón Verde (1933), The Spider (1933) y Doc Savage (1933) son los más conocidos héroes pulp y se los podría ubicar como padres de los actuales superhéroes. La noción de que cuerpos atléticos y fuertes inferían salud, con el agregado de la estética de los hombres fuertes de circo –como ícono de cómo se debería ver una persona muy fuerte o saludable– desembocan en la estética superheroica que aún hoy se mantiene: cuerpos potentes y trajes estridentes.

Lo atlético de Tarzán, o la fuerza de Conan, sumado a la estética de los hombres de circo y, luego, al patrón casi Lombrosiano de las historietas de Dick Tracy (en la que los buenos eran sanos, fuertes y lindos, mientras que los malos eran feos o deformes) concluyen en el actual modelo de cuerpo superheroico, que ya tiene su mencionada génesis en los héroes de los mitos griegos. Evidentemente el narcisismo estético no tiene un arrastre solamente posmoderno.

En la actualidad, cuando se menciona el cuerpo de un superhéroe, se dice que tiene características de atleta olímpico. Pero, ¿de qué tipo de cuerpo o de disciplina estaríamos hablando? Los cuerpos de los atletas de destreza, levantadores de pesas, boxeadores, remeros, judocas, nadadores, y otros, son distintos, pero también son los patrones que se usan para designar los cuerpos de estos seres de ficción que dan escapismo y, por qué no, esperanza a muchos en el mundo. Los cuerpos de Gatubela y Rondador Nocturno son asociados con los de atletas de anillas, los de Ala Nocturna y Viuda Negra con las artes marciales; Namor tiene cuerpo de nadador, Flash, el de un corredor, She-Hulk y Thor tienen cuerpos de fisico culturistas, Superman tiene el cuerpo de un jugador de rugby, mientras que el Capitán América tiene la estructura de un boxeador de peso pesado.

En las historietas, o films, las razones de esos cuerpos son genéticas, mutagénicas y tecnológicas; y, aunque se las destaque desde la estética del diseño (o de las fantasías masculinas proyectadas), cómo son los cuerpos per se de los protagonistas casi nunca es importante en la historia.

En lo ideal, debería haber más variedad, en toda la gama superheroica, de géneros, razas, elecciones sexuales, facciones, tamaños, belleza y hasta de lesiones, porque cuántas veces ha saltado Robin desde una azotea sin doblarse un tobillo. Lamentablemente, ese realismo aplicado iría en contra del escapismo que se busca en esas series. Supongo que si el Capitán América se quejase de sus cuentas, de sus achaques y de sus novias, lo dejaría de leer; lo prefiero luchando en la Dimensión Z o batallando contra Cráneo Rojo, como metáfora del Tea Party estadounidense.

Y aunque lo ideal vaya en contra de las ventas y del marketing, por razones de salud, de transmisión de valores positivos y de continuidad de diseño, los superhéroes no deberían parecer Dioses Olímpicos, pero quizás sí deberían parecer atletas olímpicos, con todas las saludables diferencias de tamaño y disciplina que eso implica■

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