Caminemos entonces con el fuego. Permítasenos un recorrido apolíneo, abracemos esa política bruja del culto al Sol, dejémonos cautivar por la llama viva, por la visión permanente de la mutación que resulta de las tormentas magnéticas, por los polos cohabitados por explosiones de un calor agobiante.
Como es Arriba es Abajo
But it must be borne in mind that the essential form cannot originate in matter unless it is by the effect of an accidental form, not by virtue of that form, but by virtue of another real substance, which is the Fire or some other accidental active heat. Splendor Solis, pág. 18.
Fire walk with me…
Esta frase, este mantra leit motiv de la vibración permanente encendida de Laura (un personaje apasionado) siendo acosada por Bob (casi como Drácula atrae a Mina), desde otra dimensión con el llamado permanente de la posesión o de la encarnación de un elemento etéreo, incorpóreo, esotérico y que figura en presencia en las obras de todas las artes, la boda alquímica, la reunión de dos elementos que no estaban en contacto físico, pero se imponían desde un libre virtual, desde una imagen espejada, doble: el núcleo separado.
En alquimia existen diferentes procesos que recrean lo que ocurre en la naturaleza con el tiempo o con un poco de ayuda de algún fuego. Se separa y se vuelve a juntar, es el inhalar y exhalar de la materia toda, es el movimiento unificado de todo el espacio.
Fire walk with me…
Se destila/ separa, se indetermina cada vez más la materia, para asemejarla a su “creador”, las alturas del ein sof aur –lo absolutamente indeterminado en el árbol de la vida–).
Se cohoba (volver a juntar) para indeterminar gradualmente a un personaje: “Sacarlo de sí” Dejarlo en percepción extática, en el goteo de éxtasis de unos pies que casi tocan el agua o ya se ahogaron por completo en una ola. La gota de sudor que no cae, el tiempo, detenido en el recorrido de una duración o un recurso tan sutil como la ausencia del sonido total. El perfecto silencio de acceso al éxtasis. Toda imagen depende del ojo, de la cámara-movimiento.
Los misterios, los arquetipos, las imágenes del reloj, el tiempo, el viejo, lo que tarda o la hoja, que sola se mueve en un árbol y el viento la vuela, yacen siempre juntos en memoria colectiva. Son por detrás o por debajo, anteriores o fuera de campo. Siempre y desde siempre reciben los mismos tratamientos: la percepción de la permanencia y la ilusión de su propiedad estática se ven amenazadas por el reborde pulsante, más erótico, desplegable del experimento, de poner a prueba la percepción a través del ritual, de la sustancia, de la alteración consciente.
El cine es un arte de cualidades y de capacidades esotéricas, no se relaciona con, no habla de, es devenir-magia, es un devenir alquímico en sus procesos más básicos; está en la naturaleza, se comporta como ella, administra sus arquetipos y distribuye sentido. El sentido ya existente de un pájaro que sale del fuego o de una mujer que llora y su lágrima es un tsunami asesino en una costa errática.
Fire walks
Ilusión siempre tersa de los sentidos, desafiante de los límites del territorio de lo real, cerca de la meditación, del sueño, del sujeto profundamente dormido (tal como aparece en el Mutus Liber ─el libro mudo de la alquimia─), quien renueva el sueño profético por estar a merced de la naturaleza. No hay cine sin magia, sin esoterismo y hermetismo o profundidad metalingüística; no hay cine sin creencia, sin signo mutable, si no se permite como existencia otro plano de determinación (o de indeterminación).
Camino a la piedra de plata
Those who will imitate nature, are not to use Mercury only, but Mercury mixed with Sulphur, but not the common[1]
Habremos oído hablar de “la piedra filosofal”, uno de los objetivos comunes de la producción alquímica. Esta se consigue en un doble movimiento respiratorio-maquinal, la alquimia busca volver a la fuente de la materia, recuperar esencialmente su contenido. En este movimiento de separar y juntar, de repeler y atraer, de virtualizar y actualizar, hay un cine que es reflejo-maquínico, máquina-envoltorio, territorio de lo moviente entornado, encerrado y liberador.
Lo sostiene la única cualidad doble de su propia materialidad. Lo deja surgir un incendio en la Luna, como si marcáramos con un ritual: el fuego de la plata. El haluro (material componente de un negativo) es condición de posibilidad de las capas de color, le permite al celuloide “tener” y “disponer” de una imagen, tallar la disposición cristalina, y cristalizante, de la película. Cristales que serán destruidos por el mercurio libre para reconstituirse en función creadora, condición de posibilidad de la existencia de una nueva forma.
El terreno de la posibilidad toda, de la cualidad inmanente de aparecer allí, es el negativo antes de imprimir y esperando el agraviante fuego del sol que va a hacer un corte en el hilo de plata[2] para dejar al sujeto perceptivo en una evidente indiscernibilidad. Perdido, nublado, inflamado en una nube evanescente.
En Mullholand Drive de David Lynch, los personajes viven diferentes vidas, constituyen diferentes seres en múltiples realidades, sin más necesidad que una llave, una modificación patente del rostro, una desterritorialización desrostrificante, en favor del espiral de la conectividad de los espacios, transmutando cada significado, rostro, aparición maquinal del cuerpo sin órganos, de cada Imagen-afección, de cada par de entidades creadas al mismo tiempo por la existencia patente del registro de la cámara. Separar el rostro y volver a identificarlo en un nuevo estrato es exactamente el tipo de operación más patente de la alquimia de las imágenes. La transformación de un rostro en otro, de una realidad en otra, del silencio del simulacro en un teatro de la variedad sin la varieté. Ella canta tras su voz, que no le pertenece, pues NO HAY BANDA, NO HAY ORQUESTA. Hay destilar la voz, obtener un virtual y cohobarlo con su nuevo actual. Recrear un tiempo liminar, estallado pero que respira, separa y junta, extrae y recupera. Hay una caja azul.
No hay Deus ex machina o destino del héroe, hay pura operatividad: cada cristalización manifiesta atrae un mercurio (solvente) que la destruye y la devuelve al flujo: no hay centro de poder, hay flujo desterritorializante, poder abrasivo de las realidades circundantes de la oniria.
Cada imagen-afección, de cada par de entidades creadas al mismo tiempo por la existencia patente del registro de la cámara es una operación de la infatigable obra que subyace a toda obra de arte, pero que, en el cine, es su perfecto espejo, su más nítido reflejo.
[1] Una de las versiones de la piedra filosofal disponible en el segundo tratado del Splendor Solis.
[2] El hilo de plata es en la kabalah el que puede tenderse hasta el mundo del reflejo, como un cordón umbilical que permite visitar otros planos sin perder el camino a la (in)conciencia. Al cortarse el hilo Ariadna, se las verá con el Minotauro y nosotros deberemos quedar atrapados allí en la incandescencia de mundos virtuales, apócrifos, afectuosos o torturados. Seremos espejo magnetizado de un último eclipse, el de la imagen sobre nuestros cuerpos.