Una mañana de frío polar en Buenos Aires, en el centro porteño, Andén va en busca de José María Maurizio, Contraalmirante (RE), veterano de guerra y presidente de AVEGUEMA, Asociación veteranos de Guerra de Malvinas, quien nos recibe para contarnos sobre el rol de la Asociación -la más grande del país-, los valores que buscan mantener y la importancia de Malvinas como hito histórico para la Argentina en más de un aspecto.

Nos recibe un hombre maduro, alto, moreno, con una voz acostumbrada a mandar pero siempre respetuosa. De impoluto traje, está sentado en un escritorio que no saldría de lo común si a su izquierda no tuviese una enorme bandera nacional colgada de un mástil de madera. Una bandera con el sol en el centro. Atento al frío del exterior ofrece un café. Un hombre, que en el transcurso de la conversación servirá al entrevistado en varias oportunidades de ayuda memoria, nos trae el café ofrecido… 

ANDÉN: ¿Cuál es el rol de la Asociación? ¿Cuántos años hace que están en actividad?

José María Maurizio: La asociación de veteranos de Malvinas, conocida como AVEGUEMA, es la asociación con mayor cantidad de socios, cerca de 3000. La particularidad es que está compuesta por todas las fuerzas: ejército, marina, fuerza aérea, gendarmería, prefectura y la marina mercante -o sea, civiles-. Y de todas las jerarquías, de soldado a general. Tenemos nuestros socios distribuidos en todo el país. Hay numerosas asociaciones que son más chicas y que fundamentalmente son locales, relacionadas con el lugar donde viven los veteranos. Se han agrupado en distintas zonas y han formado asociaciones. Hay asociación por ejemplo de 3 de febrero que es gente que vive ahí, del banco nación que son veteranos que trabajan ahí; en fin, hay una gran cantidad de asociaciones y los une la zona geográfica donde viven o trabajan o donde combatieron, como la asociación amigos del crucero general Belgrano que son ex combatientes, náufragos del Belgrano. La nuestra no tiene esa característica. A nosotros nos reúne el hecho de tratar de contener, atender a los veteranos. Tenemos nuestra oficina, nuestra página web http://www.aveguema.org.ar/, y cada 2 meses publicamos la gaceta malvinense. Atendemos necesidades por ejemplo en el ámbito de la salud. Tenemos contactos establecidos con el PAMI, que tiene una sección de veteranos de guerra que atiende las necesidades de los veteranos.

ANDÉN: ¿A quiénes está dirigida? ¿Sólo nuclea oficialidad o también conscriptos?

J. M. M.: Sí, de soldados a generales. De hecho hay un conscripto que está en nuestra comisión directiva.

ANDÉN: ¿Las tareas que realizan son solo asistenciales?

J. M. M.: No, lo que hacemos cuando nuestros asociados o no asociados -es decir un veterano- tiene un problema tratamos de encaminarlo hacia el sector u organismo que puede ayudar a solucionar su problema sea de la índole que fuera. Proveemos información o lo conectamos o depende del caso hacemos las gestiones. Por ejemplo, tenemos un veterano que tenía problemas en santa cruz e hicimos las gestiones para que se lo atendiera allí, en una brigada. Sean o no socios nuestros. No preguntamos, solo basta con que sea veterano.  

ANDÉN: ¿Recoge datos / estadísticas sobre el estado actual de sus asociados?

J. M. M.: Sí, recabamos datos. Somos una asociación jurídicamente constituida y presentamos balances y las damos a conocer, y ponemos en conocimiento nuestras actividades.

ANDÉN: ¿Cuál es el estado / valoración / impacto de la pensión “héroes de Malvinas” establecida en 1991?

J. M. M.: Muy importante. Yo no diría que les ha solucionado la vida pero les ha mejorado su calidad de vida a los veteranos.

ANDÉN: ¿Antes no había ningún tipo de retribución extra por ser ex combatiente?

J. M. M.: No. La primera fue la nacional y después algunas provincias hicieron algo por sus coterráneos. Y otorgan pensiones honoríficas para su gente. Eso lo ha hecho cada provincia.

ANDÉN: ¿Son necesarias las excepciones tributarias que reciben los ex combatientes?

J. M. M.: Son circunstanciales de cada distrito, por ej. En su momento, los veteranos que vivían y tenían residencia en Capital Federal estaban exentos de pagar el ABL. Y la provincia de Buenos Aires tenía algo similar pero eso es, lo vuelvo a repetir, algo de cada distrito.

ANDÉN: ¿La asociación apoya el reclamo de los movilizados (personal no participante en el teatro de operaciones)?

J. M. M.: Es un tema que nos escapa a nosotros porque el hecho de ser considerado veterano lo estableció el gobierno, es quien establece quién es veterano de guerra y quién no. Por veterano de guerra se ha establecido los que estuvieron en Malvinas, los que operaron en un radio determinado marino, fuerza aérea. Eso está en la página web del ministerio de defensa. Donde también está el listado de todos los veteranos de guerra.

ANDÉN: Independiente de la tipificación que hace el gobierno ¿cuál es la postura de la asociación?

J. M. M.: Nosotros no apoyamos a los no reconocidos. Tampoco los dejamos de lado. Algunos de nuestros socios no lo son. Pero no queremos introducir esa discusión porque la enorme mayoría de nuestros socios son veteranos. Y como se ve en los diarios, hay opiniones contrapuestas con respecto a eso e incorporar ese debate es un problema porque nosotros no tenemos la solución. La solución la tiene que buscar esa gente por vía del gobierno.

ANDÉN: ¿Cómo impactó la “desmalvinización” de la sociedad?

J. M. M.: Muy mal. Le leo parte de un reportaje que le hicieron al soldado Poltronieri, condecorado con la cruz al heroico valor en combate. Le preguntan: “¿Cómo fue tu vida al volver al continente?”, y contesta: “A partir de ese momento comenzó otra guerra para mí, y estoy seguro de que para todos los veteranos de guerra también. Eso es algo que no entiendo ni entenderé jamás. ¿Cómo es posible que nuestros enemigos en Malvinas nos hayan reconocido y aquí todavía estemos luchando por tener un lugar dentro de la sociedad?”

La Nación argentina lo condecoró, los ingleses hablan de él. Pero así como este hay muchísimos casos. Muchos que no son conocidos. Y uno se pregunta cómo muchos dieron la vida y otros arriesgaron la suya luchando por nuestra patria sin nada a cambio. Cuando terminó la guerra hubo un manto de silencio. Como querer esconder “debajo de la alfombra” la pérdida de la guerra. Pero lo importante ha sido la actuación de la gente. El sacrifico de la gente. En Malvinas se pasó frío, se pasó hambre, también miedo. En esos 74 días, de noche se acercaban los buques, bombardeaban y caían las bombas y mataban gente. Cuando amanecía, se retiraban y aparecían los aviones y bombardeaban, y eso fue permanente. Y luego los combates. Y hay actos de heroísmo que son fantásticos en lo que hace al valor. Le sigo leyendo a Poltonieri: “¿Qué sentías en ese momento de combate?”, le preguntan. Y él responde: “En ese momento no pensaba en nada, ni en nadie. Sos vos, tus compañeros, y el enemigo que te quiere matar.” Ese valor es difícil de explicar para aquel que no entiende cuál es la esencia del combate.

ANDÉN: ¿Fue una guerra útil para las fuerzas armadas?

J. M. M.: No es una cuestión de utilidad, creo que cuando dos naciones se enfrentan en una guerra y existen posibilidades de negociar y aun así se llega a la guerra es el fracaso político de dos gobiernos que enfrentan a dos naciones. Si no hay posibilidad de negociar… no hay posibilidad de negociar. Pero si la hay… En el caso de Malvinas hubo instancias de negociación, pero se llegó a la guerra. Si se llega a la guerra, y esto es a título personal, no de la asociación, le repito, es un fracaso político de dos gobiernos, porque muere gente. Y del lado inglés murió más gente de lo que ellos dicen. Por eso mantienen en secreto archivos de Malvinas por 99 años.

Antes de la guerra, Malvinas se sabía porque se lo enseñaba en la escuela. Después lo sabía un puñado de gente chica del programa de descolonialización de la ONU y un puñado de gente chica del Foreing Office y nadie más. Después de la guerra, el tema Malvinas fue conocido por todo el mundo. La asamblea general tomó resoluciones donde obliga a Inglaterra a sentarse a negociar, cosa que Inglaterra se niega. Y los ingleses se sienten presionados por ellos. Eso un hecho. No digo que haya sido útil para nadie. La guerra es mala, es un acto extremo para el ser humano. Yo no creo que a nadie le guste la guerra. Si a alguien le gusta la guerra es porque no está bien.

ANDÉN: ¿Le adjudica algún valor a las investigaciones volcadas en el informe Rattenbach?

J. M. M.: La verdad es que no sé. Hay cosas que se pueden decir con el diario del día después. Las cosas hay que ubicarlas en su contexto y en el momento en que se desarrollaron. Y hay cosas que yo desconozco. Si uno piensa que en ese momento la armada inglesa se estaba desarmando, estaban desarmando unidades navales y Argentina se armaba y la guerra la encuentra en mitad de un reaprovisionamiento… Bueno, no sé, habrá que analizar el tema con elementos de juicio del momento. Lo que sí es rescatable, y el informe lo señala, es la actuación de las tropas. Y a eso apunta nuestra asociación. No a la cosa estratégica que es harina de otro costal. Los veteranos no eligieron ir a Malvinas. Eso fue decidido por otra gente. Los que mandaban en ese momento. A nosotros nos mandaron a cumplir una tarea y la tarea se cumplió, la primera parte, el desembarco, de manera impecable, donde no se produjeron bajas ni daños a la propiedad de los ingleses. Y después la segunda, la defensa. ¿Improvisaciones? Por supuesto, en una guerra nadie está completamente preparado. Por ahí no se esperaban que llegara la guerra habiendo negociaciones de por medio. Pero eso hay que preguntarle a los actores de ese momento.

ANDÉN: ¿La famosa cuestión de los víveres y donaciones que se enviaron desde el continente y nunca llegaron implicaron alguna instancia de reclamo tanto en esa época como inmediatamente después?

J. M. M.: Algunas cosas llegaron y quedaron en puerto argentino porque no había maneras de llevarlas. A los que estaban en primera línea, que eran la mayoría porque estaban desplegados en el terreno, era difícil hacerles llegar las cosas. No llegaban. Algunas sí, otras no. Donde había oportunidad. Bombardeaban de noche y de día. Era difícil el aprovisionamiento. Por eso digo que si alguien dice que no tuvo frío, que no tuvo hambre y que no tuvo miedo es porque no estuvo en Malvinas. Se paso hambre, frío y por supuesto que miedo. El temor existe pero cuando llega el momento del combate uno queda en apoyo de su compañero, de su subordinado o de su jefe. Es el máximo esfuerzo que hay más allá de lo razonablemente humano.

ANDÉN: Se han denunciado casos de torturas y maltratos por parte de la oficialidad hacia los conscriptos… ¿Le merece alguna reflexión?

J. M. M.: Lo he escuchado, ha salido en los diarios. No sé si pasaron o no. Somos muchos y nadie me ha contado jamás nada de eso. Si existieron realmente no sé. Lo que me llama la atención es que sale 30 años después. Si hubo maltrato fuera de la norma militar, y además en un campo de combate, por qué no lo denunciaron… ¿Por qué había miedo por la dictadura militar? Sí, pero la dictadura termino en el ‘83. Tuvieron el ‘85, ‘88, ’90… ¿por qué no lo denunciaron? ¿Sale ahora, 30 años después? No tengo explicación.

ANDÉN: También se han denunciado casos de torturas y maltratos por parte del adversario, violatorias de convenios internacionales. ¿Le constan estas denuncias?

J. M. M.: Tampoco tengo la información. No digo que no hayan existido, nunca lo escuché. No tengo duda de que en el fragor del combate alguno se haya excedido. ¿Pero maltrato? si se acerca a una trinchera el enemigo tira a matar, ese es el combate. O me mata o lo mato.

ANDÉN: Se lo digo por los maltratos violatorios a convenios internacionales.

J. M. M.: Yo y otros que hemos sido prisioneros no me hablaron de maltrato. Uno solo sabe lo que paso en el ámbito en el que estuvo y se entera de lo que le cuentan, de eso que usted me dice, no escuché nada.

ANDÉN: ¿Cómo fue la vuelta en el marco institucional y social?

J. M. M.: A la gente cuando regresaba se le hacía una revisión médica, se los interrogaba para ver que había hecho, cómo había sido la guerra para hacer los informes posteriores. Cada fuerza hizo lo suyo. Y después un silencio como si no hubiéramos existido. No hubo un reconocimiento al valor y al esfuerzo que hicieron todos los veteranos. 642 hicieron el máximo esfuerzo: murieron. Y muchos más hicieron otro esfuerzo: el solo hecho de estar en la guerra es un esfuerzo tremendo.

ANDÉN: ¿No hubo reconocimiento ni siquiera de las jerarquías militares que gobernaban en ese momento?

J. M. M.: El reconocimiento fue que se nos nombró veteranos de guerra, hubo un distintivo, un diploma, la medalla del congreso y después un silencio total. No hubo un reconocimiento para esa gente, y vamos siendo grandes, vamos quedando pocos. Por eso nuestra Asociación trata de difundir el tema de Malvinas de una manera positiva: el esfuerzo de la gente, sobre todo de los que han quedado, nos tiene que llevar a usar el ingenio para buscar la manera de que las Malvinas sirvan para hacer cosas buenas. Los argentinos nos unimos para esa guerra, porque en ese momento nos unimos, y un grupo de argentinos hizo el esfuerzo máximo; quiere decir que podemos hacer cosas buenas. Esos 642 que quedaron en la tundra malvinera y en el fondo del océano nos exigen que agudicemos nuestro ingenio para encontrar los caminos que nos devuelvan las Malvinas a nuestra soberanía.

ANDEN: ¿Tiene sentido seguir pensando a las Malvinas como parte del territorio nacional? ¿Eso no significa identificar tierra con identidad nacional?

J. M. M.: Es así, a nadie se le ocurriría pensar que misiones podría ser de Brasil, es nuestra. Con ese mismo sentimiento las Malvinas son nuestras. Nosotros luchamos por la soberanía argentina. Los ingleses lucharon por el deseo de los que estaban en Malvinas. Eso es lo que dicen los ingleses. Pero ahora, esos deseos de los ingleses en 1833 cuando los desalojaron de las islas no fueron respetados. Fue la fuerza inglesa.

La gente que está en las negociaciones tiene que encontrar los caminos. Y puede haber muchos y diversos caminos. Siempre cuando uno negocia tiene que ceder a algo. ¿Qué? No sé, hay que pensar y hay que establecer un contacto, un acuerdo.

ANDÉN: ¿Tiene peso en la reflexión sobre Malvinas recordar que las agresiones comenzaron del lado argentino, que fue una suerte de capricho en forma de suicidio?

J. M. M.: Los ingleses dicen que nosotros invadimos. Pero cuando uno va a su propio territorio no invade. Nuestro desembarco no causó bajas civiles, ni militares y no se violó la propiedad. El único caído fue nuestro, el capitán Giaquino.

ANDÉN: ¿Cómo es la guerra para el que fue formado para ella y cómo cree que es la guerra para el que no la espera, ni la busca?

J. M. M.: El militar de carrera, el que estudia, hace un juramento; todos los argentinos lo hacen. Lo que el militar de carrera aprende son las técnicas y tácticas del combate, cómo tiene que hacer para combatir y lograr vencer al enemigo. Lo ideal es vencerlo sin disparar un solo tiro. Ese es el ideal. Si no se puede hay que tratar de hacer el menor daño. Eso es lo que estudia el militar de carrera en toda su jerarquía. Los soldados estaban más preparados y otros menos preparados. El adiestramiento que se hacía con los soldados y se sigue haciendo es enseñar las técnicas y tácticas del combate. No van a saber dirigirlo, van a saber participar de él, le enseñan sus superiores que estudiaron eso. Pero para todos, la guerra es dura. Nadie quiere ir a la guerra.

ANDÉN: ¿Qué le pasaría a usted si de pronto lo asaltara la idea de que la guerra fue en vano y la pérdida de vidas inútil?

J. M. M.:Sería lamentable. Independientemente que uno pueda estar o no de acuerdo con las decisiones adoptadas. Todo el mundo sabe, los países latinoamericanos nos apoyan, en los foros internacionales muchas naciones nos apoyan. Porque como le decía antes, Malvinas pasó a ser conocida en la comunidad internacional después del ‘82 y tenemos un gran apoyo. Por eso no creo que haya sido en vano. No en vano perdieron su vida los caídos. Creo que sería una mancha para los caídos pensar así, para los que volvimos. Yo fui a arriesgar mi vida y luché por todos los argentinos, no por mí mismo. Uno cumplía con su misión lo mejor que pudo de la manera que sabía y en el puesto en el que le tocó ocupar en ese momento. Hubo gente que dio la vida

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