Sin el ánimo de meter a todos en la misma bolsa, reconociendo que hay distintas situaciones y diferentes incoherencias, comentaré una línea histórica. La actualidad, 1982, 1886 o en cualquier año. Conductas individualistas que perjudican a los demás. En el sálvese quien pueda, aunque parezca lo contrario, no se salva nadie. Quien quiera entender que entienda.

 

2012

El Gobierno, a través de la AFIP, toma nuevas medidas orientadas a evitar la compra de moneda extranjera. Una parte de la población vuelve a ponerse cada vez más nerviosa. Son los mismos que, en el 2002, compraron dólares a cuatro pesos y medio para proteger sus ahorros, porque creyeron que, ese fin de año, la escalada iba a llegar a los diez pesos. 

 Pero no se cumplió el pronóstico de sus profetas económicos. Ocurrió que, luego de ir bajando hasta los tres pesos, empezó a  subir muy lentamente hasta, recién  diez años después, llegar al mismo valor nominal al que lo compraron. Se jactaban de  guardar sus billetes  “en el colchón”. Hoy también lo hacen.

 Antes, porque su confianza en los bancos se esfumó. Ahora,  no creen en un estado que, según ellos, todo lo  hace para despojarlos de sus pertenencias y libertades. Son los mismos que antes sí confiaron en el sistema financiero, al dejar en manos de las  AFJP  sus  futuras  jubilaciones. Los recuerdo hacerse los vivos frente a quienes preferían continuar aportando al sistema solidario de reparto. Una cantidad de ellos, nada despreciable por su número, votaron en el 2011 por Duhalde, aquel que como presidente provisional siguió las órdenes del Fondo Monetario Internacional en la derogación de la ley de subversión económica, para dar impunidad a los banqueros. Pero ellos, seguramente, no sabían qué temas se debatían en el Congreso. Tal vez llegaron a enterarse que durante la sesión de la Cámara de Diputados en que se trataba otro mandato de los Organismos internacionales del orden económico, la modificación de la ley de quiebras, la legisladora Alicia Castro, actualmente embajadora ante el Reino Unido, se dirigió hacia el estrado del presidente de la Cámara, Eduardo Camaño,  y colocó una bandera de Estados Unidos diciendo: «Si el Congreso se va a limitar a ser la escribanía del Fondo Monetario Internacional, sugiero que los responsables sean honestos y arríen la Bandera Nacional y procedan a seguir legislando bajo esta bandera». Esto provocó reacciones agresivas de parte de varios pejotistas, sobresaliendo en los insultos la entonces diputada Mónica Arnaldi, esposa del intendente de Merlo, Raúl Othacehé.

 Es común escuchar que muchos políticos se salvan, a la hora de las elecciones o de la búsqueda de salvadores, por la falta de memoria que tiene mucha gente. Pero no puede haber memoria si ni siquiera hay intención de registrar algo. Solo así puede entenderse, por ejemplo, que quienes festejaron la venta de YPF en los noventa, ahora sean aplaudidos, como a líderes de una revolución, por estatizar parte de la misma empresa.

Pero volvamos a los asustadizos compradores de dólares, los conozco, dan lástima. Son los típicos que dicen “este país de mierda”.  No hacen falta más precisiones. Hace tiempo que sus histerias provocan mayores desgracias. Reaccionan según lo que pasa con su quintita, pero suelen equivocarse hasta en cómo defenderla. Ellos llaman al verdugo que, después, nos tortura a todos.

 Tengan cuidado, Señores. Las sensaciones no suelen ser buenas consejeras.

 Lo que nos lleva a 1982

Uno de los problemas más graves para entender lo que ocurre, es la insistencia en ver la actualidad en partes desconectadas entre sí, separadas también del pasado. Tampoco en aquellos días tan trágicos dejó de haber un sector de la población que se manejaba interesándose sólo por ellos mismos, como siempre ocurre.

Tomemos sólo algunos datos de ese período, hace treinta años.

Cuando Galtieri, con el “OK” de EEUU,  llegó a la presidencia reemplazando a Viola en diciembre del  ‘81, su candidato a ministro de economía fue Kriegger  Vasena. Antecedentes: ministro de Hacienda de Aramburu y de economía de Onganía. ¿Qué hizo Vasena como responsable de la cartera de economía en los 60? Devaluación fuerte, “palos” a los trabajadores con el congelamiento de los salarios por dos  años, la suspensión de los convenios colectivos de trabajo y la ley de alquileres que facilitaba los desalojos. Además la ley de hidrocarburos volviendo a dar participación al capital privado. Todo esto con  la bienvenida de parte de Vandor  y compañía. No así de los sindicalistas combativos, como Tosco y Ongaro, que formaron la CGT de los argentinos y forjaron el Cordobazo, verdaderos hitos de la lucha de los trabajadores. Pero Vasena  no aceptó el ofrecimiento en el ‘81.

 El que sí aceptó fue Roberto Alemann. Otro que también fue parte del establishment  de casi siempre durante largas etapas. Sus antecedentes públicos: trabajó para el gobierno de Aramburu gestionando préstamos internacionales, fue embajador en EEUU durante el gobierno de Guido  y suplantó a Alsogaray como ministro de economía durante el de Frondizi. Un monetarista, también dotado de excelentes vínculos con EEUU,  que siguió la línea desreguladora, privatizadora, de medidas anti-inflacionarias ortodoxas: recorte de gasto público, congelamiento de salarios e incremento de impuestos; todo para así lograr reducir la emisión de moneda hasta llevarla a cero.  Recordemos su proyecto de privatizar el subsuelo, proponiendo que la propiedad perteneciera a los tenedores  de la superficie. Alguien se acordará de la película Los Beverly Ricos, trasládenlo a lo que podría pasar en nuestro país con algo así.

Las medidas económicas tomadas por el gobierno en aquellos días de Malvinas: cierre de casas de cambio, prohibición de vender divisas extranjeras excepto para viajeros, dentro de las 24 horas anteriores a la partida. Es que ya el 6 de abril el dólar aumentaba un 20% y el retiro de depósitos en los bancos crecía. El “público” realizaba retiros masivos de fondos del sistema financiero. Por eso se aumentaron los controles  y las tasas de interés para los depósitos (para retenerlos) pero con la lógica consecuencia de encarecer el crédito interno.

En los días siguientes, la esperanza de mucha gente estaba en las tratativas de Alexander Haig, secretario de estado de EEUU, quien llegó por primera vez a iniciar la mediación el 9 de abril. Entonces, de haber un conflicto con el Chase Manhattan (hoy  JP Morgan Chase), podía venir a mediar David Rockefeller, el amiguito de los dictadores cívico militares. ¿Qué importaba que fuera el “gerente del banco”? También estas ridículas suposiciones de éxito en la mediación, sirvieron como  parte de los argumentos de Roberto Alemann  para explicar por qué si el Banco Nación sufrió en Londres el bloqueo de fondos, aquí no se tomaron medidas con el Banco de Londres y también por qué retrasó otras medidas proteccionistas.

Con todo lo tremendo que significa una guerra, donde sin duda lo más grave es la muerte, la locura, los cuerpos lisiados, me choca estar hablando de estos temas económicos, pero eran parte de lo que ocurría. Y casi siempre la guerra tiene intereses económicos disfrazados de valores espirituales. Y siempre existe la pobreza planificada, provocando más muerte aun que las armas.

Luego, vendrían la rendición, renuncia, Bignone como presidente, Dagnino Pastore en economía y Cavallo en el Banco Central.

Es importante destacar el endeudamiento planificado de muchas empresas del Estado. Por ejemplo YPF -empresa fundada por sugerencia del general Mosconi durante el primer mandato de Yrigoyen, aunque asumió la primera presidencia de YPF días después de jurar Alvear como presidente- no tuvo por parte del “proceso de reorganización nacional” el cuidado que merecía. Eran otros civiles y otros generales. Hasta le hicieron cambiar su logo, agregando un rectángulo naranja, porque las petroleras extranjeras decían que no podían competir con una compañía que tuviera los colores de la bandera argentina.

Durante el proceso, la deuda externa de YPF pasó de 372 millones de dólares a casi 6000 millones al finalizar. Sólo en 1982 el endeudamiento aumentó 760 millones.1 Esta deuda no fue para realizar inversión, sino para obtener los dólares necesarios para pagar la fiesta de los especuladores y de los viajes al exterior con las compras del “deme dos”. Desde pequeños ahorristas hasta los poseedores de grandes capitales, que vía empresas privadas e incluso mintiendo sus deudas (incrementándolas, poniendo por deuda valores ya pagados) obtuvieron a través de las medidas tomadas por las autoridades económicas, sobre todo durante el gobierno de Bignone (‘82 – ‘83), con Cavallo en el Banco Central y vía seguros de cambio, un enorme negocio al hacer que toda la población quedara con una deuda de 20.000 millones de dólares, mientra ellos quedaban con esa ganancia, generalmente depositada en bancos en el extranjero. Socialismo… al revés.

Sí, estatizar las pérdidas, privatizar las ganancias, y nosotros siempre pagando. Algunos estaban comprando espejitos de colores; y otros, gritando con indignación: “¡Despierten!” Pero, no es suficiente, aún nos falta mucho…

Así dejaron las bases para completar la tarea en la década de Menem, con el agrado de buena parte de la población (ahí estaban ellos también).

1886

La mitad de la población dejaba sus ocupaciones normales para acudir a las pizarras de la Bolsa a estudiar la cotización del día2.

 En cualquier año…

 “En determinadas épocas un montón de gente estúpida tiene un montón de estúpido dinero… A intervalos el dinero de esas personas (el capital ciego del país, como lo llamamos) es particularmente dilatado e insaciable; busca ser devorado por alguien y se produce una abundancia; encuentra a alguien y se produce una especulación; es devorado y se produce el pánico” Walter Bagehot, fundador de “The Economist”.3

 Es una cuestión de ecuaciones, un término que está sumando en un miembro, solo puede pasar restando al otro miembro. Y no lo digo por ser profesor de matemática.

 Definitivamente queda como mensaje de cierre este consejo:

 Tengan cuidado, Señores. Las sensaciones no suelen ser buenas consejeras


 1 Galazzo, N. (2003). De la banca Baring al FMI. Buenos Aires. Colihue. Pág. 221.

2 Relatado por el historiador Ernesto Palacio en 1979, citado por Julio Sevares en Historia de la deuda. Sevares, J. (2005). Historia de la deuda. Buenos Aires. Capital Intelectual. Pág. 30

3 Citado por Charles Kindleberger  en Manías, pánicos y cracs, también extraído de Historia de la deuda. Sevares, J. (2005). Historia de la deuda. Buenos Aires. Capital Intelectual. Pág. 31

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