3 de Octubre: Día de las Narices Rojas

De los quinientos y poco diputados federales electos el 3 de octubre pasado en Brasil, hay apenas uno que aún no encargó el traje que estrenará el día de su juramentación. Su nombre es Francisco Everaldo Oliveira Silva y a pesar de haber recibido más de un millón trescientos mil votos, en una de esas se queda de este otro lado del Olimpo. a notoriedad de este caso viene dada por algunos elementos que comenzamos a desandar. El primero, que este ciudadano fue el candidato a diputado que tuvo la votación más alta en estos comicios y ya en el

Las millonarias campañas electorales: Algo huele mal en Brasilia

En Brasil, un aspirante a un curul en Diputados debería alistar una billetera con no menos de 2 millones de dólares para gastarlos en la campaña. Un postulante al Senado casi 3. Y aquí es como en una rifa, el que más números compra –léase el que más dinero gasta—tiene mayores chances de asegurarse el premio. El sueldo mensual de un Diputado Federal no alcanza los diez mil dólares, o sea que en cuatro años de mandato logrará sumar poco menos de medio millón de dólares. ¿Quién cubrirá el restante millón y medio de dólares en este aparente mal negocio de este austero Diputado?

La segunda vuelta en el país de Lula: Un octubre brasileño – Andén 48

Se sabe que aquí en Brasil el ganador de la primera vuelta electoral siempre se impuso en el segundo turno. Ergo, Serra no debería ganar. Y respecto de la segunda, la matemática, dicen todas las encuestadoras, incluso las más mimosas con el candidato de la oposición, que la señora está cada vez más cerca de los 50 puntos, mientras que él apenas si arañó los 40.

Elecciones en el país de Lula: Díuma (*)

A menos de dos semanas de la elección, le acerco esta primicia: la Academia Brasileña de Letras está por incluir en su diccionario este nuevo sinónimo: Dilma es Lula.   staba cantado: candidato –o candidata– que desarrollase más temprano tupida barba y aguardentosa voz, picaría en punta y condenaría a los otros ocho a tragar polvo hasta el final. Dicen que guerra anunciada no mata moros. Excepto en Brasil. Cuando en enero pasado las encuestadoras brasileras le ponían el termómetro a los electores, la ventaja que ostentaba el candidato opositor José Serra (jura que come cebolla pero se la pasa eructando