Puedo ensayar, es decir equivocarme, que nuestro nombre “Andén” fue predestinado por una mente lúcida y previsora, a sabiendas de las posibilidades que la denominación daría. O puedo, también, afirmar con vehemencia todo lo contrario: que los escritos de “Andén” fueron llenando un contenido no previsto en lo absoluto y que los sabios azares de la improvisación fecundaron sin saberes; que el casual devenir solucionó imposibles.
El (Los) cuerpo(s) en psicodrama – Andén 76
Cuando alguien menciona el cuerpo, todos sabemos de qué se trata, sin embargo un cuerpo implica mucho más que la parte física y material de un ser o “eso que nos lleva a todos lados”; y a esto se dedica el psicodrama. Una de las tantas definiciones circunscribe el cuerpo como: una extensión limitada que es perceptible por los sentidos. Desde el psicodrama, preferimos pensarlo como: la intención ilimitada de abrir nuevos sentidos posibles.
El cuerpo y el arte como sanación – Andén 76
Hay trabas y problemas en la vida de los individuos que parecerían no poder resolverse con facilidad, pero cuando se enfoca su realidad desde el cuerpo, y se presta atención a las necesidades que tienen, rápidamente se comienza a ver cambios. No vivir la vida de manera creativa es la forma en que el sistema se las apañó para alejarnos de nosotros mismos, para poder tener más control sobre la sociedad. Una sociedad que no está en contacto con su cuerpo, no sabe lo que siente ni lo que desea, es mucho más fácil de utilizar y esclavizar; y de esto estamos saliendo, poco a poco.
El sueño de la razón produce monstruos: La imagen del cuerpo y el agigantamiento de fantasmas – Andén 76
La sociedad instala cuerpos, y estos se instalan en ella: cuerpos docentes, cuerpos ejecutivos, cuerpos solidarios, cuerpos productivos, cuerpos indigentes. Los medios de comunicación construyen y deconstruyen permanentemente imágenes del cuerpo: cuerpos ágiles, deportivos, delgados, livianos; cuerpos que consumen yogures, perfumes, autos, televisores; cuerpos juzgados y sojuzgados por su ropa, por su sexualidad, por sus horarios, por sus celulares. Cuerpos corruptos.
Los que viven el momento – Andén 76
No sé lo que quiero, pero lo quiero ya. Viví el momento, loco. “Carpe diem”, decía una de esas películas con el denso de Robin Williams. ¿Por qué esperar a mañana, si podés hacerlo hoy? Jugate, salí, andá. Hay, por ahí dando vueltas, un imperativo fundamentalmente juvenil que arrastra hacia la vertiginosa tiranía del momento. Es un discurso plástico, multiforme, que aparece cuando le conviene, pero que sirve de máxima de decisiones importantes. Andate de viaje; si no lo hacés ahora, no lo vas a hacer nunca. Aprovechá. Salí al mundo. Conocé. Es más, si no lo hacés ahora, es probable que no lo puedas hacer nunca, porque está todo tan hecho mierda que nadie sabe que va a pasar mañana.
¿De carne somos? – Andén 76
Carne, huesos, sangre y rellenos varios forman nuestro vehículo y el de cualquier animal. Cuerpo que nace, crece y muere, reclamando alimento, abrigo y movimiento. Hay cuerpos que sufren o gozan, cuerpos estilizados o expandidos, cuerpos estigmatizados, cuerpos que callan o que hablan, cuerpos gloriosos o en decadencia, cuerpos que se adaptan o que pasan factura, cuerpos sanos o cuerpos que generan su enfermedad.
¡Imposible! O ¡Nada es imposible, para el que tiene fe! – Exclusivo web
Las utopías son irrealizables por definición. Utopía es un término que nació pesimista y que camina con la historia cargando quimeras que, en apariencia, se esfumaron con sus soñadores. En la actualidad son millones los que, esquivando la contradicción, afirman que la utopía es realizable, para los que así lo creen y trabajan para ello.
στίγμα: Estigmatización de la palabra estigma – Andén 74
Un pequeño recorrido de sentidos, teorías e historias alrededor del término en cuestión, desde su dimensión religiosa hasta su carga social.
Orlan o un Prometeo del siglo XXI. Un cuerpo hecho de estigmas – Andén 74
Ya lo explicó Lacán: el yo se define por una identificación con la imagen de un otro, por otro y para otro. El yo no es el centro del sujeto, sino que más bien está constituido, por un «baratillo de identificaciones», por un patchwork de imágenes singulares. En estas épocas que vivimos, la preocupación por la estética personal ha alcanzado niveles nunca antes vistos, los cánones de belleza han llegado a lugares imposibles, los centros de estética han colmado los anuncios y las calles (cual Starbucks en aquel capítulo de Los Simpsons); cualquiera tiene al menos un conocido que ya se ha hecho algún “retoque”; y un implante de senos es un posible regalo de cumpleaños para las niñas que cumplen 15.
El reflejo de la inferioridad – Exclusivo Web
Existen formas de discriminación, las que todos conocemos, las que vemos a diario en la calle, en los transportes, en nuestros lugares de trabajo y estudio. No obstante existen algunas que van un paso más allá del simple desdén cotidiano; unas que marca en el cuerpo, en la mente y en el espíritu su paso por la vida de un individuo: la estigmatización.