¿Qué se espera de la Salud Mental en nuestro país? Es un interrogante que se me pasa por la cabeza cuando pienso en el Sistema de Salud Mental. Creo que se debería pensar qué se entiende por Salud Mental, antes de pensar qué esperamos de ella. He leído por aquí y escuchado por allá que la Salud es lo contrario a la enfermedad; unos años o décadas después -no recuerdo bien-, Salud es un continuo salud-enfermedad-atención, una especie de proceso entre estas tres palabras y lo que vaya a saber qué quieran decir.

La OMS (Organización Mundial de la Salud) estableció que la salud no es la mera ausencia de enfermedad -aludiendo a un carácter positivo o positivista- sino un estado completo de bienestar; y enumera: psíquico, físico, etcéteras, etcéteras. Completo estado de bienestar que no sería más que la ausencia de enfermedad. No puedo dejar de preguntar, entonces, ¿qué sería un completo estado de bienestar? O mejor dicho, si eso existe: ¿dónde podría conseguirlo?

Por lo tanto, si enlazamos esta cuestión de que la salud es ese increíble estado de ser completo en bienestar con lo que hace a la mente (por lo de salud mental lo digo), la cuenta me da que tendríamos una mentalidad repleta de bienestar. La definición enciclopédica de bienestar -al menos la que tengo yo- dice algo así como “abundancia de las cosas que se necesitan para vivir bien”.  Acá empiezo a sentir que me adentro en el camino de lo contradictorio: si la salud es el estado completo de… sumándole a esa ecuación la parte de lo mental, ¿para qué necesitamos, nosotros seres completos, un sistema de salud mental en la Argentina? Bien, como toda definición, como toda elucubración teórica, como toda elaboración que parta de un ser humano, tiene baches por donde se la mire, si es que uno se toma el trabajo de pensar y asumir una postura en relación a las ideas y abstracciones teóricasQuiero decir, ser humano es ser imperfecto, y ser imperfecto implica necesariamente la imposibilidad de ser o estar completo en cualquier ámbito de la existen-cia. “Estar completo” me recuerda a la expresión cotidiana de “estar lleno” (de comida): cuando uno está lleno ya no quiere comer más, ya no quiere nada más. Entonces, no estar llenos no es algo, desde mi punto de vista, que conlleve malestar como condición sine qua non.

Quiero decir, ser humano es ser imperfecto, y ser imperfecto implica necesariamente la imposibilidad de ser o estar completo en cualquier ámbito de la existencia. “Estar completo” me recuerda a la expresión cotidiana de “estar lleno” (de comida): cuando uno está lleno ya no quiere comer más, ya no quiere nada más. Entonces, no estar llenos no es algo, desde mi punto de vista, que conlleve malestar como condición sine qua non. No estar llenos puede mantenernos deseantes y deseosos de algo más, de ir por más, de no resignarse al conformismo barato de aceptar lo ya dado como aquello que sería intransmutable.

El Sistema de Salud Mental existe, es una realidad, y si existe es porque ese ilusorio estado que deriva de la definición presentada no existe, no es. Y ese Sistema tampoco es completo ni perfecto; sí en cambio es perfectible, y es perfectible por el trabajo diario de cada uno de los que formamos y formarán parte de él, siempre que nuestra labor diaria se realice con la toma de conciencia que emana de nosotros, seres imperfectos, hacia otros, también seres imperfectos. Algunos llevarán su deseo hasta el límite de sus posibilidades, no aceptando a priori las limitaciones personales e institucionales como, otra vez, aquello ya dado e inevitable; otros, con un deseo no tan decidido a ser puesto en juego, serán la parte del ensamble que oxida y corroe.

La buena parte de la reflexión es que, históricamente, nada que haya hecho el hombre se ha oxidado del todo…■

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