Si bien estos conceptos no son ni sinónimos ni antónimos entre sí, resumen de forma bastante esclarecedora lo que subyace al arte en movimiento. ¿Y qué se entiende por arte en movimiento? A simple vista se diría que es cuando un colectivo de ideas similares se mueve hacia un mismo destino con el fin de expresar o comunicar “algo”, ya sea en forma de pintura, canción, escultura, mural… Puede tener un sustento ideológico, puramente estético o sumamente racional y virtuoso.

No obstante, para ubicar esta idea de arte en movimiento dentro del marco del tema de hoy, existe una concepción ascética y hasta en un punto más literal de lo que es movimiento en el arte. Esto es, el artista se mueve físicamente hacia otro lugar o espacio. Las razones por las que crea arte pueden ser a causa del movimiento en sí o por efecto de este. Es decir, un artista siente que no puede ser profeta en su tierra y se dirige hacia otros destinos para que su arte sea valorado, Fito Paez indudablemente vio que las posibilidades para explotar su don estaban en la gran ciudad. Por otro lado, está el que migra a otros territorios por razones económicas o burocráticas y se encuentra con que una vez instalado en ese nuevo lugar se siente cómodo para comenzar a generar arte. Y aquí introducimos la idea de sincretismo, se da por ejemplo en la música de Kevin Johansen al incorporar a su lenguaje básico de rock y pop, elementos del tango, folclore y jazz, propio del que vino de otro lado y empezó a compartir su arte con la de los criollos locales generando así un círculo virtuoso. La diferencia reside en que en el primer caso hay una movilización voluntaria del arte y en el segundo no, se da por las nuevas condiciones de vida.

Finalmente (y para cerrar esta introducción enciclopedista) encontramos el movimiento del objeto artístico. Hoy en día resulta insoslayable el tráfico de archivos electrónicos en distintos formatos (mp3, mp4, wav, jpg, pdf, etc.) que se ven susceptibles a transnacionalizaciones aberrantes fruto del bendito fenómeno de globalización originado allá por la crisis del petróleo del ’72 que si bien hizo el despegue de los rubros de comunicación e informática no hizo más que extender  la brecha de ricos y pobres. Esto mismo, uno lo puede relacionar con la cantidad de mexicanos que tratan de cruzar la frontera para un mejor porvenir, el éxodo de paraguayos, peruanos y bolivianos hacia Buenos Aires, la meca latinoamericana (y la cantidad de artistas músicos, literatos y cineastas que versan sobre esto).

Este último punto es muy importante. Con un host como youtube hoy un pibe de 22 años de Kazajstán tocando una guitarra y rapeando deslucidamente es visto por millones de personas en todo el mundo o, el caso más emblemático, el trío bizarro oriundo de Perú y Ecuador engendrado por el régimen sionista para alabar a Israel y a su gente. El video tuvo tantas visitas que los judíos pro Estado de Israel no vacilaron en traerlos a la Argentina y llevarlos a los programas más amarillistas de la televisión local para que mostraran su gracia. Lamentable. De todas formas, hay que ser un poco optimistas y entender que la migración del arte por el medio virtual tiene sus ventajas, siempre y cuando el material tenga un contenido sincero y no esnobista.

El sincretismo es un hecho social que se viene dando desde el origen de la humanidad, en tiempos de sociedades primitivas. A partir del momento en el que una tribu entró en relación con otra y sus culturas se fusionaron. Hoy en día, dado este fenómeno de globalización, se manifiesta constantemente, a tiempo real, pero con la desventaja de que las relaciones interpersonales son nulas y frías (por una computadora de por medio a miles de Km una persona de la otra). Por eso este sincretismo de la era posmoderna es fatuo, permite que un descerebrado “cumbiero” de la escena local haga reversiones de los reggaetones (de artistas básicamente centroamericanos) que suenan a más no poder en las discotecas dándole tintes cumbieros agregando expresiones típicas de la cumbia villera junto con los instrumentos a fines. El resultado es un hibrido que resulta como un aliciente, un lavado de cerebro a toda la sociedad que lo consume. Este señor se llama McCaco por si quieren entender exactamente de qué me quejo.

Si decimos que actualmente el mundo se presta para este sincretismo, este encuentro de culturas distintas que tratan de retroalimentarse para generar un arte nuevo, novedoso, debemos aseverar que la idea de irredentismo (por lo menos en el arte) es inversamente proporcional al sincretismo y es por eso que se encuentra nula. Por irredentismo entendemos aquellas obras que se hacían en el periodo decimonónico cuando había un fuerte sentimiento de nacionalismo. Guillermo Tell de Rossini es una ópera que exalta los sentimientos patrióticos de Italia y desdeña la intromisión francesa (esquirlas de la invasión napoleónica), Wagner en Alemania y su antisemitismo (no por nada a Hitler le fascinaba Wagner), Meyerbeer en francia con sus grand operas que anteceden al chauvinismo y al terrible caso Dreyfuss. De todas maneras, en esa niebla de irredentismo, hubo personalidades que se mantuvieron al margen y fueron los cosmopolitas, los que viajaban para conocer el mundo, las culturas, los artistas que  podían escribir sobre todo y, lo más llamativo, los que precisamente no formaban parte del arte oficial del Gobierno. Aquí se presenta una larga lista pero mencionaremos los claves: Baudelaire y Berlioz en Francia, Chopin (de origen polaco que emigró a París y vivió allí sus escasos treinta y pico años), Liszt (de origen húngaro que vivió en París, Weimar, Roma y Budapest), Schubert en Austria y Gauguin (pintor francés que emigro unos años a la Polinesia a retratar a la comunidad Maorí, caso superlativo de sincretismo).

Resta mencionar el caso de los africanos que crearon el jazz en New Orleans (tierra yankee) y todos los elementos orientales provenientes mayoritariamente de China India y Japón que para el arte occidental no fueron ni son más que herramientas exóticas para generar estéticas originales. Por ejemplo: La máscara africana en el arte de Picasso, las postales japonesas en las obras de los franceses de fin de siglo XIX, las escalas musicales hindúes usadas por la mayoría de los artistas que alguna vez quisieron hacer algo psicodélico inclusive los cuatro de Liverpool■

Entrada anterior Puertas abiertas a los migrantes – 1852: La organización nacional – Andén 51
Entrada siguiente Se estrenó Machete en la Argentina: El James Bond latino – Andén 51

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *