Foucault, en su texto Los cuerpos dóciles, habla de educar al cuerpo, de enseñarle formas y costumbres. Nos transmite algo así como que desde que nacemos nos acostumbramos a enseñarle a nuestro cuerpo a ser… No de cualquier forma -esto es muy importante- de la forma que se debe. Se va domesticando, disciplinando al cuerpo para llegar al punto en el cual podamos movernos y actuar en la sociedad como es debido. Digamos que debemos auto educarnos para ser útiles. En el teatro pasa algo similar, en nuestra cultura y en otras, como es el caso del teatro oriental -para dar un ejemplo de extrema disciplina (teatro Kabuki y teatro No japonés)- el cuerpo se ve intervenido permanentemente desde las más simples consignas hasta las que pueden llegar a ser invasivas, incómodas ó fructíferas, bienvenidas o no tanto.

Ese cuerpo, que se fue domesticando desde las más tierna edad, cuenta con virtudes, desventajas, fealdad, belleza, etc.; también deberá someterse de a poco, y a veces no tan de a poco, a muchas variantes disciplinarias en materia de arte escénico, danza y otras tantas artes del movimiento, pero aquí el foco lo pondré en el cuerpo. Un cuerpo que se expone en un aquí y ahora irrepetible. El cuerpo del actor o actriz.

El actor o actriz ya salió del cascarón una vez, cuando nació; pero cuando pisa por primera vez (no un escenario… uff, otro tema…) un espacio de taller, clase, estudio de profesor/a topísimo -actor o actriz de la tele que se puso una academia de teatro, etc.-, en ese momento se sale del otro cascarón. Es el cascarón que los mantenía “anónimos”, de ahora en más ya no lo serán. En la mayoría de los casos los actores o actrices no tienen ni idea de lo que significa el cuerpo del actor, y mucho menos aún (esto es muy loco pero es así) no saben nada de su propio cuerpo. Saber de su propio cuerpo tiene que ver con reconocer, aceptar, asimilarse, ser consciente de lo que se da con ese cuerpo que se tiene. Que quiere decir esto, quiere decir que si un actor acepta y reconoce que su cuerpo es, para dar un ejemplo, grande, alto, gordo, talle XXL y lo lleva a fondo, o por lo menos lo “capitaliza”, es muy probable que el personaje que vaya a interpretar tenga ganado más de un 50% . Sin embargo, para llegar a ese punto se debe recorrer un camino que para muchos (no todos) es largo. Esto no quiere decir que se esté haciendo algo mal, al contrario, se estaría acompañando el proceso de reconocimiento del cuerpo. ¡Ojo! no basta con mirarse al espejo.

¿Todo esto da cuenta de la disciplina del cuerpo? Porque disciplina ¿qué es? Buscando resultados en la web, me crucé con muchas definiciones: “disciplina es la capacidad de actuar ordenada y perseverantemente para conseguir un bien” o “disciplina se refiere a la instrucción sistemática” bla bla bla… Si me quedo con la segunda puede encajar mejor en lo referente a la instrucción sistemática del cuerpo con métodos para entrenar la voz, por ejemplo. No muchos lo hacen de forma sistemática pero debería dar buenos resultados.

¿“Para conseguir un bien”? Y… puede ser. Ser perseverante, eso es algo que sí, tiene mucho más que ver con la formación del actor o actriz. No creo que haya uno solo que pueda decir que la perseverancia no ayuda. Sí, claro que sí, el actor y las actrices son perseverantes, en la formación y en todo lo que atañe a su carrera, oficio, especialidad, profesión, etc.

Persevera porque si no duele. Duele en el cuerpo. Duele el “está mal” del profesor o profesora, del director o directora, el de tu partener y también duele el “está mal” del que te ve en la platea. ¿Por qué digo “está mal”? Porque el actor o actriz en formación no puede a veces separar los tantos y transitar el recorrido con la cabeza intacta y pensando en que lo que está aprendiendo trae aparejado sí o sí todo tipo de sacudones y tropiezos. Lamentablemente, cuando algo sale mal, piensa “está mal” y no otra cosa■

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