El presente artículo busca describir y reflexionar acerca de uno de los temas que más caracterizan a la tradición judía: Su forma de alimentación. Sus orígenes, el sentido de su cumplimiento y algunas curiosidades técnicas nos acompañarán en el presente trabajo.
El judaísmo, como forma de vida, entiende que el judío vive bajo un sistema de reglas que rigen todos los aspectos de su vida. Desde que nace hasta que se muere, desde que amanece hasta que anochece, la Halajá[1], tiene establecido una serie de diferentes códigos para que podamos vivir a través de ellos.
La alimentación, necesidad básica de todos los seres humanos, es también entendida como tal en la tradición judía. A partir de esta idea, podemos asegurar que existe una forma judía de alimentarse, es decir que hay reglas que limitan los alimentos que como judíos podemos o no ingerir. La base para estas leyes se encuentra en la Torá[2]. Allí solamente podemos ver el listado de animales permitidos y prohibidos, así como también la base en la prohibición de la mezcla de carnes y lácteos, y la manera en que los mamíferos deben ser faenados. Los detalles técnicos, las razones por las cuales debemos tener este tipo de comportamiento, las demás interpretaciones y los procedimientos legales se encuentran extensamente desarrollados en la Literatura Rabínica[3]. Los alimentos permitidos en la tradición judía se denominan Kasher[4].
Desde un punto de vista más descriptivo, podemos comenzar enumerando el listado de animales mamíferos que se nos está permitido ingerir: la vaca, la cabra, el ciervo y la oveja. Además de sus correspondientes derivados. La razón por la cual podemos comer únicamente esta clase de animales se encuentra en el texto bíblico, donde se nos explica que solamente podemos comer aquellos animales que tienen la pezuña hendida en dos mitades y que también son rumiantes[5]. Por otra parte, solo con los mamíferos y con las aves se nos impone no poder matar al animal de cualquier manera sino de la forma en la que Dios nos ha de indicar[6]. Con relación a las aves, solo está permitido comer las que sean de corral, sin enumerar más características[7]. Dentro del mundo marítimo, también existen prohibiciones en la alimentación. Solo se nos está permitido ingerir peces que tengan escamas y aletas[8], con lo cual quedan fuera de la lista de los permitidos todos los moluscos. Otra prohibición que aparece en el texto bíblico es acerca de la mezcla de carnes con lácteos. Esta idea también se encuentra dentro de la Torá, en tres oportunidades[9]. Si bien las razones de todas estas prohibiciones no aparecen detalladas en el texto bíblico, los sabios de la literatura rabínica se encargaron de establecer puentes entre el texto sagrado y los diferentes tiempos que se viven.
Las diferentes interpretaciones de los sabios recorren los siglos de historia. Vamos simplemente a compartir algunas de ellas.
Cuando se nos pide que el mamífero que vayamos a comer sea rumiante y con pezuña partida, nuestros sabios de bendita memoria intentan establecer un vínculo entre la naturaleza de estos animales y el comportamiento humano. ¿Qué es un animal rumiante? Es un animal que posee cuatro estómagos (Rumen, cuajo, panza y estómago) y que al ingerir el alimento no lo mastica, ya que carece de los dientes necesarios para dicha acción. Lleva el bolo alimenticio hasta uno de sus estómagos, donde lo procesa. De ahí vuelve hacia la cavidad bucal, para ir a otro de los estómagos. Así hasta finalizar el recorrido por todos e ingerir definitivamente su alimento. Esta actitud es deseablemente comparada con un hombre que no actúa por impulso, sino que medita antes de llevar a cabo algo. El acto de regurgitar la comida y no tragarla directamente (por parte del mamífero) es comparado con la esperable actitud del ser humano de no dejarse llevar por sus impulsos. Siguiendo esta misma idea, el hecho de que el mamífero tenga su pezuña partida, también tiene un sentido metafórico para el ser humano. El animal que tiene la pezuña partida no está físicamente establecido en la tierra. La pata de dicho animal está levemente elevada. Así es que los sabios esperan esto del hombre, que pueda elevarse, que no sea solamente terrenal sino que pueda tener actos que lo eleven en su calidad de individuo.
Con relación a las aves, también se establece un paralelismo. Solo se nos es permitido comer las aves de corral, que solo comen productos naturales. Las aves prohibidas con aquellas que comen carroña, que comen de un animal que murió. O peor, que esperan que se muera para ir y comer sus restos. Se trata de buscar la solidaridad y no dejar morir al otro.
Por otra parte, solo los mamíferos y las aves tienen una forma especial de ser faenados. En hebreo se denomina a esta forma Shejitá[10]. Básicamente es un procedimiento en donde se realiza un corte directo de ida y vuelta sobre el cuello del animal, proporcionándole una muerte instantánea. También se busca fundamentalmente que se produzca un sangrado inmediato del animal, ya que, según la tradición judía, la sangre es la vida del animal[11]. Posteriormente al faenado, se colocan los diferentes cortes de la carne sobre una parrilla sin fuego. Se cubre la carne con sal gruesa de manera que la sangre que no salió en el faenado, pueda drenar en ese momento[12].
El caso de los peces tiene un significado similar al de todo el resto de los animales. Por definición técnica, todo pez que posee escamas también posee aletas. Las escamas de los peces son la piel que recubre su organismo, pero es diferente a la piel real que poseen otras especies. Los sabios entienden que las escamas le dan una mayor permeabilidad con su mundo exterior. Eso mismo se desea del ser humano, que no sea un ente solitario sino que tenga la capacidad de interactuar con su mundo exterior, aprendiendo lo bueno y brindándose a la sociedad.
Por último, la prohibición de mezclar carnes con lácteos. El versículo desde el cual nace esta prohibición reza así: “No cocerás al cabrito en la leche de su madre”. Como mencionáramos anteriormente en una nota a pie de página, este versículo aparece repetido en tres oportunidades. Los sabios interpretan esta repetición y sostienen que la prohibición es sobre la cocción, la ingesta y la comercialización en forma conjunta[13]. Las razones profundas de estas prohibiciones se encuentran en todo un capítulo del Talmud[14]. Podríamos entender que la prohibición es respetar la naturaleza y no cocinar a un cachorro en la leche de su propia madre, cuando en realidad debería alimentarse de ella. O pensar que llevar a cabo un ritual de esas características es una forma de agotar los recursos naturales: no matar a la cría con aquello que debería hacerla crecer.
Miles de interpretaciones pueden proporcionarse acerca del concepto de la alimentación Kasher. Se ha dicho que es más sana desde un punto de vista médico. No lo descartamos, pero no es el fin de la alimentación Kasher, su razón de ser es una cuestión religiosa y espiritual. Creo que lo más destacable es que se busca generar un hábito en la conducta, incluso a la hora de alimentarse. Buscar elevarse en lo espiritual a través de un acto tan mundano y cotidiano como es el de comer. De esta manera elevar nuestra calidad de vida en todos los ámbitos■
[2] La Torá son los cinco primeros libros de la Biblia: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. También recibe el nombre de Pentateuco.
[3] La literatura rabínica es aquella literatura que comenzó a generarse con posterioridad al exilio judío hacia babilonia, alrededor del siglo IV aproximadamente antes de la era común. Esta literatura se sigue desarrollando hasta el día de hoy, de la mano de los redactores de las diferentes responsas. Estas son, respuestas legales a preguntas que no han sido contempladas en las diferentes fuentes judías.
[10] Los procedimientos de la Shejitá están descriptos en el Talmud, Tratado de Julín, capítulos 1 a 3.