El sistema educativo argentino, en sus diferentes niveles, no ha tenido un trato igualitario para todos sus estudiantes. Las personas en situación de discapacidad fueron uno de los grupos que sufrieron la desigualdad y la segregación del sistema. En la actualidad, para cambiar esas prácticas exclusoras surge la educación inclusiva.  

 

Al principio la segregación…

La problemática relacionada con niños portadores de alguna diferencia en relación con la “normalidad” comienza, a fines del siglo XIX, a adquirir reconocimiento en el espacio educativo y, si bien esto significó un avance en su consideración, su tratamiento no fue el ideal.

Los niños que presentaban algún tipo de déficit eran segregados del sistema educativo común, se los/as consideraba como destinatarios/as de una educación que debía ser ofrecida por una institución educativa especial, con una currícula diferente; es decir, en un subsistema que se caracterizaba por considerar que algunos eran portadores de una acotada gama de necesidades educativas y otros eran segregados en lugares de internación especial.

La propuesta educativa se dividía: por un lado, instituciones para niños “normales” con un currículo homogéneo, una modalidad de enseñanza pautada y controlada, un ámbito disciplinador y disciplinante; y por otro, en instituciones “especiales”, mezcla de hospital y escuela, donde los “diferentes” eran separados de la dinámica social.

Wajsman y Glaze[1] señalan que para comprender cómo y por qué se ha llegado al estado actual de la educación especial y de la integración es necesario recordar algunos acontecimientos que marcaron verdaderos hitos: 1948. Declaración Universal de los Derechos Humanos; 1959. Declaración de los Derechos del Niño; 1971. Declaración de los Derechos del Deficiente Mental; 1975. Declaración de los Derechos de los Minusválidos; 1978. Informe Warnock solicitado a un grupo de expertos por el secretario de educación del Reino Unido; 1981. Año Internacional del Discapacitado; 1990. Conferencia de Jomtien. –UNESCO-; 1993. Se evalúa la década en el marco del Programa Acción Mundial; 1994. Conferencia Mundial Salamanca –UNESCO-;1996. Primer Congreso de Iberoamericano de Educación Especial. Chile; 1997. Segundo Congreso Iberoamericano de Educación Especial. Cuba.

Las ideas centrales que se fueron reafirmando en estos encuentros internacionales se generalizaron progresivamente y, tanto la Conferencia de Jomtien como la Declaración de Salamanca, fueron

inspirados por el Principio de Integración y por el reconocimiento de la necesidad de actuar con miras a conseguir la escuela para todos, que se respalde y responda a las necesidades de cada cual.
[2]    

En este nuevo contexto, una Educación Integrada significaba crear las condiciones para que los alumnos con necesidades educativas especiales participen del proceso educativo en un ambiente lo menos restrictivo posible.

Esta propuesta se nutrió de nuevos fundamentos filosóficos, que incorporaron el principio de “normalización” diferenciándolo de los valores del “normalismo”. Esta nueva forma reemplazó el esquema reduccionista de “causa / efecto”, introduciendo la idea de “sistemas de relaciones complejos”, donde la interacción es mayor: “… la realidad no es natural y auto evidente, sino construida, (y en consecuencia) también puede ser deconstruida, interrogada, cuestionada”[4].

Interpretar la realidad en esos términos supuso advertir la necesidad de reformular los modos de pensamiento desde nuevos constructos teóricos en todos los ámbitos, lo que incluyó lógicamente la escuela y la vida cotidiana abriendo la posibilidad de interpelar tanto concepciones como recursos, ya sean estos profesionales, metodológicos, edilicios, organizativos, etc., para lograr esos ideales escritos en los discursos, declaraciones y propuestas nacionales, internacionales y mundiales[5]. 

El camino a la Inclusión…  

Pensar en una escuela a la cual puedan concurrir todos exige del sistema educativo un cambio sustantivo, ya que lo que se ha planteado como un problema individual–orgánico es un problema social y ante todo es un asunto político y por lo tanto colectivo.

La educación inclusiva es una actividad constante que requiere de condiciones que le otorguen legitimidad, continuidad, recursos adecuados… Es decir, se necesita de la decisión política y condiciones institucionales para que pueda ser llevada a cabo, a fin de dar una adecuada respuesta a la comunidad que alberga.

Uno de los rasgos esenciales de una escuela inclusiva es el sentido cohesivo de comunidad, la aceptación de las diferencias y la respuesta a las necesidades individuales. Bajo esta perspectiva de trabajo, los apoyos se organizan y son recibidos dentro del aula. En consecuencia, la educación inclusiva es ante todo y en primer lugar una cuestión de derechos humanos, ya que defiende que no se puede segregar a ninguna persona como consecuencia de su discapacidad o dificultad de aprendizaje, género o pertenencia a una minoría étnica[6]

La educación especial es la modalidad del sistema educativo argentino, destinada a asegurar el derecho a la educación de las personas con discapacidades, temporales o permanentes, en todos los niveles y modalidades del sistema. Se rige por el principio de inclusión educativa y brinda atención educativa en todas aquellas problemáticas específicas que no puedan ser abordadas por la educación común. Se debe garantizar la integración de los/as alumnos/as con discapacidades en todos los niveles y modalidades según las posibilidades de cada persona
[7]

En este sentido, es necesario no solamente reconocer derechos, sino posibilitar que los derechos de inclusión se cumplan por el solo hecho de ser ciudadanos, mediante inversiones que derriben las barreras arquitectónicas y urbanísticas, curriculares, legislativas, que correspondan según los ámbitos de aplicación, para posibilitar en la práctica esos derechos.

Siguiendo a Booth (1998), la noción de inclusión comprende dos conceptos básicos: el de comunidad y el de participación. Ambos se caracterizan por su conexión con los procesos de inclusión y el carácter de proceso atribuido a esta. Por tanto, la educación inclusiva se propone aumentar la participación de todos los alumnos en el currículum y la reducción de la exclusión escolar y social.

Medio siglo atrás, no pensábamos en la posibilidad de Inclusión; las necesidades estaban en crear escuelas especiales para derribar el mito de que las personas con discapacidad no eran educables.Hoy nos encontramos, con un marco jurídico – legal que reconoce la ciudadanía de las personas en situación de discapacidad. Pero nos queda por desandar el camino más sinuoso, que es el de derribar las barreras que en el cotidiano de las prácticas escolares se encuentran los estudiantes: las barreras al aprendizaje y la participación, que el entorno social les construye.

Dificultades que podría experimentar cualquier estudiante en su proceso de inclusión escolar, teniendo en cuenta que estas surgen de las instituciones, las culturas y las circunstancias sociales y económicas que afectan sus vidas
[8].

Poder re-pensar la dinámica escolar es una invitación a proyectar prácticas pedagógicas con la

diferencia y no en contra de la diferencia, sino contra la desigualdad. El aprendizaje demanda encuentro con el otro, por tanto ruptura con la cultura del silencio y la segregación que dificulta una efectiva incorporación de todos a las prácticas escolares cotidianas[
9].

Saltemos las barreras, democraticemos la educación, que el acceso de las personas en situación de discapacidad al sistema educativo sea realmente inclusivo 


[1] Wajsman Adriana S. – Glaze, Alejandra. 2000. “Historia de la Educación Especial en el mundo” en Temas Cruciales II Integración Escolar. Editorial Atuel. Argentina

[2] P.R.I.S.E.: Proyecto Ejecutivo Meta V-5.2 “Mejorar la calidad de la formación Docente” Separata, Educación Especial. Ministerio de Educación Provincia de Salta 1998. (Pág. 5)

[3] Claudio Gallina, 2012. artista plástico argentino contemporáneo, quien ha realizado una serie de obras caracterizadas por la presencia de pequeños y tiernos alumnos que deambulan por la escenografía de un gran pizarrón. Clase 5. En Diploma Superior en Currículum y prácticas escolares en contexto. Buenos Aires: FLACSO Virtual Argentina.

[4] Ibidem pág. 23

[5] Canet, Grettel Valenciano 2009 “Construyendo un Concepto de Educación Inclusiva: Una Experiencia Compartida”. En Aspectos clave de la Educación Inclusiva. 1ª Edic. Publicaciones del INICO Colección Investigación

[6] Arnaiz Sanchez, Pilar. 2002 “Hacia una educación eficaz para todos: La educación inclusiva”, Monográfico. Pág.17. Universidad de Murcia

[7] Ley de Educación Nacional, 26.206. 2009. en Educación Especial, una modalidad del sístema educativo en Argentina: orientaciones I. Art. 42 / coordinado por Daniel López. – 1a ed. – Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación.

[8] Booth T., y Ainscow, M 2001. Índice para la Inclusión. Desarrollando el aprendizaje y la participación en las escuelas. UNESCO, Pág. 8

[9] Esteban, M. Teresa 2008 ¿Qué escuela democrática queremos construir? Dialogo entre inclusión y exclusión en la cotidianeidad escolar. Novedades Educativas Nº 210 junio. Argentina

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