Las elecciones celebradas en Gran Bretaña el último jueves 6 de mayo lanzaron un resultado que según los sondeos muchos estimaban; luego de 36 años, ninguno de los dos partidos tradicionales han logrado adquirir mayoría absoluta en el parlamento, conformando así lo que se conoce como hung parliament. Los Conservadores, con 306 escaños, quedaron cerca de los 320 que necesitaban para ganar las elecciones como corresponde. Los resultados obtenidos hicieron prioritario que David Cameron, líder conservador, genere una alianza con los liberales-demócratas si es que no se deseaba sumarle una crisis política a la convaleciente economía del país. 

Comprender el nuevo escenario británico implica conocer cómo funciona este  sistema político tan diferente al sistema presidencialista latinoamericano. Estamos ante una monarquía constitucional y parlamentaria que se sostiene sobre una Constitución que nunca ha sido plasmada por escrito.

El Parlamento esta compuesto por dos sectores principales. En primer lugar, la Cámara de los Lores o Alta cuyos 704 miembros no son elegidos públicamente y poseen títulos hereditarios, vitalicios o espirituales. Sus funciones se han ido acotando en los últimos años, por lo cual se limitan a controlar el rol del gobierno, y examinar propuestas de Ley para asegurar que sean justas. En segundo lugar esta la Cámara de los Comunes, la más poderosa del Parlamento, compuesta por 650 miembros elegidos por voto popular representantes, en su mayoría,  de los dos partidos preponderantes: los Conservadores y los Laboristas –En ingles, los Tory Party y los Labour Party-. En una pequeña minoría encontramos a otros partidos tales como los liberales demócratas, el Partido Nacional Escocés, y el Plaid Cymru de Gales. Más allá de la importancia de que la Cámara de los Comunes, en los últimos años, ha delegado parte de su poder al devolver muchas de sus funciones a Gales, Escocia e Irlanda del Norte; a la vez que gran parte de las leyes son sancionadas por el Parlamento Europeo. El líder del partido victorioso alcanzará la figura de Primer Ministro, y designará a aquellos que conformen su gobierno.

En cada elección Parlamentaria los electores votan por quién quieren que gobierne su distrito electoral, no por quién va a gobernar todo el país. Por lo cual, un partido gana un escaño si obtiene el mayor número de votos en un distrito electoral. Consecuencia de esto, un partido minoritario puede obtener miles de votos en todo el país sin conseguir asiento alguno en el parlamento. Básicamente, ésta es la razón que explica que en el Reino Unido los Laboristas y Conservadores se han alternado en el poder (un partido es gobierno, y el otro oposición) y porque no ha  sido moneda corriente la conformación de hung parliament.

Durante los últimos 13 años, los laboristas han sido gobierno, primero con Tony Blair como Primer Ministro y luego, con Gordon Brown. Los resultados de las últimas elecciones, no son más que el reflejo del descontento social producto de las intervenciones bélicas en Irak y Afganistán, el descontrol migratorio y la debacle económico. En esta contienda, los laboristas han sido los claros perdedores; sin embargo, sería un error considerar a los conservadores como los grandes vencedores, en un país donde el que gana lo hace por mayoría absoluta.

Al no haber alcanzado los 320 escaños necesarios para gobernar “tranquilamente”  se presentaron dos escenarios posibles para el líder de los conservadores. El primero implicaba gobernar sin la mayoría necesaria, corriendo el riesgo de que liberales y laboristas se alíen, dejando al azar la posible aprobación de leyes, y poniendo en jaque la estabilidad política, que podría derivar en la conformación de nuevas elecciones; y el segundo escenario, quizás el más viable, negociar  con los liberales-demócratas, el tercer partido más importante dentro del Parlamento. Teniendo en cuenta que no es común en la política Británica hacer concesiones a los partidos minoritarios, luego de varios años, los Tory no tuvieron más alternativa que caoligarse. Resultado de las negociaciones, los liberales demócratas han logrado alcanzar por primera vez desde su conformación en 1988 responsabilidades de gobierno.

Hoy, Nick Clegg, líder del partido, es el Vice premier, y consiguió 5 cargos para su partido en el gabinete. Sumado a esto, lograron que algunos temas tales como asegurar estabilidad económica, la reforma económica, reducción del déficit presupuestario,  libertades civiles y cuestiones medioambientales sean prioritarios dentro de la agenda de gobierno.

 Desafíos

Ante una sociedad que comienza a reclamar un sistema de votación más justo y plural, a los liberales-demócratas se les ha presentado una oportunidad histórica de mostrarse como una nueva alternativa frente a los dos partidos tradicionales que han perdido credibilidad. Sin embargo, las probabilidades de introducir un sistema electoral proporcional son ínfimas ya que ni los Tories ni los Laboristas someterán a negociación tal tema.

Por otra parte, nos estaríamos adelantando a los hechos si leemos a los últimos resultados obtenidos como el ocaso de la estructura bipartidista. El nuevo Primer Ministro, David Cameron, introdujo en su partido modificaciones que hicieron a la modernización del mismo. Si bien sus esfuerzos no han sido los suficientes, han logrado recobrar un papel dentro del gobierno que desde el `97 estaba siendo ocupado por los laboristas. El desafío para ellos se centra en el plano económico, y en la necesidad imperiosa de controlar el déficit público heredado de  los gastos generados durante los gobiernos de Tony Blair, y Gordon Brown; y el principal obstáculo que se presenta ante esta situación, es el de aprender a gobernar en  conjunto con los liberales-demócratas.

Podríamos considerar los hechos como el inicio de una nueva etapa en la política británica, o simplemente la derrota del laborismo a causa de la desfavorable coyuntura económica de los últimos años. Lo que pase de aquí en adelante dependerá de la opinión de los ciudadanos acerca de cómo se afronte la crisis, y cómo manejen los conservadores la distribución de las decisiones. Si la situación mejora, el desafió de los conservadores será entonces ganar elecciones en tiempos de expansión económica■

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