La función de una teología es liberar a los fieles de la opresión de lo cotidiano. Si esclaviza, oprime, pacta o simplemente está ahí como un tótem que recuerda algo que ya no se sabe lo que es, la respuesta es simple: se la cambia por otra más efectiva o se la abandona. Porque una teología es nada más (y nada menos) que un discurso humano sobre algo que está frente a nuestra nariz o a una hipostasis de distancia. Algo tan obvio, si se lo siente, que cualquier explicación enrula inútilmente el rulo de la fe. Algo tan misterioso que cualquier explicación no deja de ser un balbuceo incoherente por muy sofisticada que se la crea. El catolicismo siempre ha sido pijotero a la hora de contarle a sus fieles sobre las muchas teologías que asumió como propias desde que su fundador estiró (o no) la pata. Teologías donde no se bebía vino, donde no se adoraban reliquias. Teologías sin santos ni propiedad, respetuosas y asesinas, que inspiraron a gente como teresa de Calcuta o al sorete de Pío XII. Es decir, una enorme biblioteca de interpretaciones más o menos homogéneas para todo tipo de resultados ya que con el cristianismo (como con el peronismo) se puede hacer y justificar cualquier cosa. La teología de la liberación es la cara más humana de ese quehacer, la más responsable y comprometida con los que creen porque no tienen más que su fe sobre la tierra. 

Por eso 5 discos 5 en honor a los que tienen la fortuna de tener una fe y la comparten con los pobres. Otros no tenemos esa buenaventura, y a decir verdad, sólo tenemos para compartir la firme convicción de que Jesús de Nazaret es la temática más buscada en internet luego de, claro está, la pornografía■


 

Jesús de Chamberí –1996 – Mago de Oz. Hay pocas figuras tan atractivas, que requieran de sí mismas una y otra vez la recreación de sus historias. Nunca dejaremos de contar a Jesús, a favor y en contra, en su desierto natal o transliterado en otras Eras. Siempre tendrán algo para decirnos los artistas a través de ese carpintero harapiento cuya muerte fundó una religión. Mago de Oz, la mejor banda de folk metal en castellano le dedicó una ópera rock reactualizando la leyenda en clave insolente y burlona pero para nada desprovista de respeto. Con los aires medievales del género repasan las temáticas evangélicas entremezclando con ellas una liturgia céltica que imprime a las canciones, de vez en vez, ese signo de los tiempos que es el fin del mundo individual. Una relectura, una más, de la historia más escuchada de la literatura.

 

La Biblia – 1971- Vox Dei. Si hay un parámetro para juzgar la calidad de una ópera rock este disco lo es. El rock nacional alcanzó su madurez compositiva cuando (y solo cuando) Vox Dei partió los años setenta con un disco de temática inesperada en una época del país donde uno se jugaba la vida al hablar sobre los valores occidentales. Y no les fue mal. La misma cúpula de la iglesia católica bendijo una obra que no se despega un ápice de la lectura tradicional de la biblia y que barca desde el génesis hasta el apocalipsis dando cuenta de la tragedia, la violencia, la intolerancia, el amor y la esperanza que se narran en el best seller por excelencia de la literatura universal. Una obra de rock sobre la fe, original, única, emotiva y carismática.

 

 

Faraway – 2003- Apocalíptica. Con o sin teología de por medio la mirada y la reflexión siempre acaban posándose sobre el fin de todo. Presentarlo repleto de poesía y fuego o como una hecatombe nuclear de balas no hace la diferencia… o sí. Porque al invitar a Linda Sundblad para ser la voz en Faraway, el único tema cantado de los 3 que componen este EP, lo que consiguió fue un lamento y una despedida del mundo como pocas voces han conseguido. Apocalíptica, una agrupación que ha gustado siempre entremezclar el metal sinfónico instrumental con la orquestación clásica (ver su disco Plays Metallica by four cellos), dice adiós sin decirlo, omitiendo cualquier pañuelo en alto, haciéndole sugerir a una voz liberadora que en el mundo hay una belleza que es frágil, pero nuestra, porque el cielo está muy, pero muy lejos.

 

The cross of changes -1993- Enigma. ¿Podía Enigma, después de su primer y exquisito disco MCMXC ad., profundizar aún más en la fe? No, no podía. Pero lo intentó. Michael Cretú y su musa, su ex esposa Sandra, reformularon la temática del disco anterior, esta vez dejando de lado el deseo como forma de caída, para dar cuenta de la opresión religiosa que adviene cuando la fe se institucionaliza. La imposición de la cruz no sirvió para liberar, reflexionan, sino para manifestar la furia dominante de quienes se justificaban a través de ella. Un disco para ser escuchado como continuación del primero pero sin las imágenes bíblicas, con una tensión más humana en su sonido, sin tanto sampleo electro-gregoriano y con el acento puesto, no ya en el vínculo de lo divino con el hombre, sino del hombre con el hombre con la divinidad como testigo.

 

Ritual – 1999 – Los Piojos. No hay religión sin fieles y no hay fieles sin pasión. En este disco en vivo, casi diez años antes de su separación, los piojos dejaron un registro único de cómo un público puede comulgar con el objeto de su fe. La teología de la liberación pone el acento en el pueblo de dios, del mismo modo los piojos dejaron en claro que su público era un ejecutante más en sus conciertos dándoles un protagonismo que pocas veces se ha visto en discos en vivo. Una grabación que perdería todo su encanto sin el trasfondo de la hinchada coreando todos y cada uno de los acordes que descienden del escenario. Un público que es un solo ser, que poseído por la euforia de la iluminación entra en un éxtasis pagano desde el primer al último tema. Pura común-unión.

 


 

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