La negación del clientelismo – Andén 31

Uno de los mayores problemas conceptuales de la mirada crítica al “clientelismo”, desde la teoría, se deriva de su carácter euro-centrado, y por ende, epistemológicamente sesgado. Desde la teoría forjada en torno a la experiencia de la filosofía política moderna europea se ha tendido a ver las “formas americanas” como “incompletas”, “imperfectas” o, en el mejor de los casos, “híbridas”. Importando esas teorías, la intelectualidad en el ámbito de Buenos Aires ha esgrimido –y aún lo hace- explicaciones que no son directamente aplicables a otros escenarios de nuestro país. Ejemplo. En el ámbito de la milenaria cultura pan-andina de la cual nuestro Noroeste es parte, la figura del kuraka, jefe político local, estuvo siempre íntimamente asociada a la circulación de favores y a la redistribución del trabajo.

150º aniversario de Antón Chéjov

El pasado 29 de enero, se cumplieron 150 años del nacimiento del dramaturgo Antón Chéjov. Sus obras se destacan por poseer una escritura realista de la sociedad rusa de su tiempo. Su trabajo se compone de treinta y tres cuentos breves y doce textos dramáticos. Los más reconocidos en el ámbito cultural son: La Gaviota (1896), Tío Vania (1899), Tres hermanas (1901) y El jardín de los cerezos (1904). El crítico teatral Robert Brustein distingue a estos cuatro textos con el nombre de “dramas superiores”. En ellos se destaca la función moral del Arte de Chéjov, que presenta los hechos pero sin la intención de solucionar nada. Las cuatro obras están inspiradas en personajes, lugares y situaciones extraídos, en ocasiones, de sus cuentos breves.

El poder de la ternura

Sucede de tanto en tanto que queremos algo nuevo. Para algunos será un par de zapatos, otros elegirán (y tendrán el dinero suficiente para) un auto, varios tal vez se busquen una lapicera, un celular, unos pantalones, una remera. Lo que sea. Pónganle el etcétera que prefieran. Así llegó hasta mis manos, y vino a parar aquí, el libro Niños hippies, de Maxine Swann.

Políticas Sociales – Editorial 31

El señor Perogrullo podría haber dicho que es más fácil demoler un edificio que reconstruirlo. Nadie hubiera estado en condiciones de contrariarlo. A lo sumo, con algún gesto de desdén hubiese apuntando con el dedo la pantalla del televisor que contenía la imagen de un gran demoledor: Carlos Saúl Patillas. El golfista amateur que evitó el quórum opositor para satisfacer su ego es el mejor exponente. Él y Cavallo, en la apoteosis del credo neoliberal, fueron los artífices de la desarticulación del Estado, retirándolo en sectores claves y necesarios para aplicar políticas sociales en favor de los sectores vulnerables de la sociedad. Profundizaron el problema e intentaron resolver los problemas con dos soluciones que se complementaron: la represión –recordemos los sucesos de Cutral-Có– y el clientelismo.