El tren no solo funda la revolución industrial, funda también la nostalgia moderna. Un modo de lo nuevo para encarnar una de las tristezas más antiguas, la del adiós. Antes de ahora, puertos y pañuelos blancos despedían a los barcos que se iban. Montados los rieles de un lado a otro del mundo, los andenes y estaciones trocaron el escenario de las despedidas. La nueva herramienta que unía velozmente los puntos de un territorio acrecentaba las distancias, pues no hay peor lejanía que aquella que puede cubrirse rápidamente para nada. Cuando el adiós es definitivo, no hay tren bala que llegue a la estación de la dicha. Peor aún cuando los trenes son argentinos y lo gestionan peronistas.
Por eso el ferrocarril es metáfora de todo lo importante: porque su impacto aún sacude nuestra sensibilidad, nos habla del progreso de una sociedad, de la interconexión de un territorio, de la eficacia (o ineficacia) de su servicio, de las miles de historias que ocurren y acaban en sus tablados. En ese llegar y en ese ir, propio de los no-lugares, las palabras pierden su obrar mágico y lo que queda es la pura sensibilidad, lo que no puede decirse. Y por eso 5 discos con ese quetrén-quetrén de fondo porque no hay nada mejor que conseguir un asiento en el último vagón, junto a la ventanilla, y ver pasar las distancias con un disco en las orejas, recordándonos lo pasado y anunciándonos todo lo que resta por venir■
Núcleos activos imaginarios – 2013 – Mundos. Un viaje en tren es un camino introspectivo. No porque estemos obligados a volcarnos sobre nuestra consciencia cuando estamos rodeados por doscientas personas apiñadas en un lugar para cincuenta, sino porque el viaje en sí nos habla de nosotros mismos, de nuestras necesidades y búsquedas. Mundos es una banda novel, maravillosa, ecuatoriana, de búsquedas por la melodía perfecta, con este disco consigue disparar la imaginación y la reflexión desde la sensibilidad. Pop-rock introspectivo, por momentos oscuro, que recuerda al brit-pop de fines de los ochenta, que mixtura delicadamente la voz de Denisse Santos y Roger Ycasa sus dos cantantes, con guitarras calmas, pero potentes. Un disco de viajes, de tristeza agresiva, para estar volviendo, que es una de las formas más comunes de seguir andando.
Electricidad – 2014 – Potra. ¿Quién no ha tenido un romance fugaz de tren, de esos en los que el cruce de miradas preanuncia un mundo de romance que se acaba cuando uno de los dos se baja en la parada siguiente? De esos amores fugaces y jóvenes, nos habla Sofía Vitola cuando, con esa voz clara y distinta, narra las no siempre agradables estaciones de las relaciones actuales. Pop cuasi electrónico pero del bueno, sensible, lúdico, con los instrumentos en el exacto lugar donde deben ubicarse. Un extended play (EP) para espíritus adolescentes en busca de la banda sonora de la alegría, cortito (cuatro temas de tres minutos y medio cada uno) que deja al escucha con ganas de más de eso mismo; porque si la juventud es un viaje en tren, no debería terminar tan rápido.
La Delio Valdez – 2011 – La Delio Valdez. Viajar en tren tendría que estar buenísimo, pero no es así. Mucha gente tiene la costumbre de compartir lo que escuchan, negándose al uso de auriculares. Curiosamente eso compartido tiende a pertenecer siempre al mismo género: la cumbia. Y ya que estamos en el baile, hay que bailar, y para bailar en consonancia, nada mejor que la mejor orquesta de cumbia que ha dado la patria en los últimos veinte años. La Delio Valdez tiene el encanto de aquellos sonidos sesenteros que movieron a nuestros padres con un sonido clásico que atraviesa la cumbia colombiana y la reinstala en nuestro horizonte. Con un pie en la tradición y otro en el gesto innovador de dar calidad a lo siempre vapuleado, este disco es lo mejor que puede pasarle a quien no desdeñe de plano el sonido popular de las masas. Una vuelta de tuerca necesaria para dejar de padecer el agobio del rejunte e insuflar de vida el arduo trayecto de cada día.
El tren de los momentos – 2009 – Alejandro Sanz. Antes de entrar en el vórtice de lo irrelevante, Alejandro Sanz fue un correcto cantautor pop de canciones de amor atormentado. Luego, como quien pierde el último tren y no sabe cómo volver a su casa, su trabajo, en general, se volvió errático, carente de nuevas ideas. Tratando de repetir viejas fórmulas o sumando otras voces consagradas (como en el caso de Shakira), dio el primer paso para esa debacle en este disco en el que todo suena conocido, en el que los destellos de lucidez compositiva remiten a lo ya probado y sólo funciona como elemento comparativo de su viejo brillo. Sus coqueteos con el rap y el reguetón podrían pensarse como riesgos creativos, si no fuera por la tibieza con la que las ejecuta. En suma, un gran título para un disco que sólo los fans y las fans más fieles recordarán con cariño.
Picante – 2011 – Falsa Cubana. Un disco, como un tren impactando contra otro, a toda velocidad, sin pausa ni calma. Oriundos de Trelew, los Falsa Cubana alimentan la caldera del descontrol con un cóctel que va del rock al ska, de la cumbia al reggae. Un sonido que impacta desde la primera canción y no hace más que crecer. Una poderosísima fila de vientos presente en todo momento. Una banda cuyas raíces se adentran en los Bersuit Vergarabat de “Libertinaje”, copian el modelo y lo empujan hacia adelante sin temor de mezclar géneros bastardeados y mestizos. Una de esas bandas que, cuando visitan el extranjero, convocan más gente que cuando se presentan en su país, una de esas bandas que no es profeta en su tierra, pero que, cuando suban al tren de la masividad, les ocurrirá lo que a los trenes del conurbano: no darán abasto para contener tanta alegría.